La necesidad de una estrategia de desarrollo
Por Alejandro Di Palma (*)
Entre Ríos ha sido una economía insular hasta el día 13 de diciembre de 1969, el día de inauguración del primer vínculo con el territorio continental del país, según lo definió en 1964 el ex gobernador Raúl Lucio Uranga.
Resulta relevante transcribir un fragmento de una entrevista de 1964, al ex gobernador Uranga (inicio de mandato 1/5/1958 - golpe de Estado 24/4/1962 - 4 años y 6 días), a saber:
“…Decidirse, sin gambetas ni mentiras, por la prosecución del túnel Paraná-Santa Fe, que unirá (¡por fin!) el sector insular argentino (la Mesopotamia) con el sector continental, sellando, físicamente, la unión nacional, hoy tan imperfecta por esa tremenda muralla de agua que es el Paraná.
Es necesario crear las condiciones para evitar la constante descapitalización entrerriana, en hombres y bienes, propia de una economía rudimentaria, de mera producción de productos primarios del campo, vigencia de latifundios imperfectamente explotados y mantenimiento de una mentalidad con ojos en la nuca que hemos padecido tantos años en nuestra clase dirigente provincial. Con caminos firmes, electricidad abundante y barata, suministrada por la presa del río Uruguay, desbordes regulados con la misma presa y canales de derivación, el túnel subfluvial, la colonización y tecnificación del campo, fuerte desarrollo industrial transformador de nuestras materias primas y la difusión de nuevos cultivos”.
Analizando este discurso, debemos notar que:
En “la política” reside, fundamentalmente, la elección de los objetivos, del cuadro de la acción y depende en gran parte de elementos subjetivos, en tanto que la puesta en acción de esa decisión política, resulta de un razonamiento que debe ser esencialmente objetivo y proceder de los métodos de la estrategia.
Es así que Uranga exhibe en esta entrevista, una claridad meridiana sobre lo gravoso del aislamiento provincial, enfatizando la característica insular de nuestra provincia y que esa próxima anexión de Entre Ríos al “territorio continental” del país, formaba parte de una solución que dejaría atrás la economía “rudimentaria y primaria”, que la provincia exhibía (el objetivo).
Uranga describe una serie muy numerosa de “proyectos de infraestructura” que se llevarían adelante, para dejar atrás esas características socio-económicas resultantes de sostener a Entre Ríos en condiciones de retiro, confinamiento, incomunicación, exclusión, etc. (el plan).
Vemos que, a pesar de haber trazado un “plan de desarrollo” sólido, que incluyó obras de infraestructura importantísimas, el objetivo no se alcanzó.
Debemos reconocer que, aun en el período institucional que se inició en 1983 y hasta la fecha, no sólo no se alcanzó el mismo objetivo definido (sintéticamente “el desarrollo”), que mencionaba en 1964 Uranga, sino que, una vez concluido ese “plan original” de infraestructura, también trazado en ese período, la política provincial ingresó en una etapa de banalización de la planificación, es decir de la estrategia que explica la misma “descapitalización de bienes y recursos propios de una economía rudimentaria o primaria” (el subdesarrollo descripto por Uranga en la entrevista de 1964).
Vemos entonces que resulta necesario clasificar y clarificar el extraordinario desorden de ideas y de procedimientos que se ha ido amontonando bajo la denominación vaga de política y también de estrategia.
Esto se hará en un estricto marco teórico ya que la definición de los objetivos, la determinación de la estrategia, la selección de los socios y de los enemigos, resulta en un trabajo para la política.
Falta de estrategia
A partir de la descripción anterior resulta evidente que no se alcanzó el objetivo de desarrollo planteado, dicho de otra manera, nos quedamos sin plan y la política, o el poder político, simplemente no ha sido capaz de redefinir otra estrategia, la que podría quizás alcanzar, en otro intento, el objetivo trazado.
“No existe un destino de fracaso más contundente que la falta de rumbo”, ningún viento es favorable para quien no sabe dónde va, expresaba Séneca vislumbrando quizás nuestro extravío.
Resulta evidente entonces, que una política de Estado sin “pensamiento estratégico” es un barco sin brújula, por cuanto sería absolutamente indispensable plantear, en términos provinciales, una estrategia de desarrollo.
Para llevar adelante esta acción es necesario considerar el concepto de estrategia total, definida como la elección de los medios tendientes a alcanzar los objetivos fijados por la política, representa una hipótesis de trabajo que tiene interés en ser llevada hasta sus consecuencias extremas.
Necesidad de una estrategia de desarrollo
En nuestra provincia, el relanzamiento del consumo, la reconstrucción del mercado interno y la redistribución de la riqueza, son objetivos indispensables y urgentes, pero no son del todo suficientes, si se quiere articular un proyecto de desarrollo provincial.
Aun si se protegiera a nuestros productores de la competencia, se abrirían nuevos mercados para colocar nuestra producción o si inclusive se fomentara el consumo provincial a través del aumento del poder adquisitivo local, sólo se logrará promover la producción de lo que ya hacemos y sabemos hacer.
Para que haya desarrollo se necesita mucho más, se necesita invertir en “hacer” y en “aprender a hacer” lo necesario para tornarnos realmente autónomos o acercarnos a esa autonomía, es decir para liderar nuestro propio desarrollo.
En este sentido resulta relevante una cita de Perón, “se hace la política desde el poder que se tiene, o se construye el poder para la política que se quiere”.
Pasando en limpio lo anterior, con inteligencia, siempre se hace la política desde el poder que se tiene.
Pero sólo una visión estratégica puede definir qué política se quiere. Y, en consecuencia, establecer por qué caminos construir, desde el poder que se tiene, el ´poder que se necesita para ir donde se quiere.
Observaciones sobre la estrategia
La estrategia define:
1. La meta al alcanzar, es decir el objetivo.
2. Los pasos necesarios para alcanzar ese objetivo en el contexto de cada caso, en nuestro caso un proyecto de desarrollo y producción provincial, con capacidad suficiente para cambiar el carácter de los Estados subnacionales (tanto la provincia, como los municipios) desde su condición actual, de principales oferentes de empleo.
3. Como conservar la propia libertad de acción y trabar la del “enemigo” en el duelo de voluntades que supone una política estratégicamente orientada.
El término “enemigo” del punto anterior, no es utilizado en forma literal, es decir con todo el peso que podría adquirir en ciertas situaciones, como ser épocas de guerra o al hablar de enfrentamientos entre distintas naciones. En nuestro caso, el término “enemigo” se utiliza para definir a algo o a alguien, instituciones, agentes económicos o inclusive circunstancias, que resultaran contrarias o antagónicas al objetivo trazado. La enemistad en cuestión surge por un desacuerdo extremo o parcialmente intolerante entre personas, entes de distinto tipo o circunstancias, cuando se interfiere de alguna manera en la dirección necesaria para alcanzar
el objetivo definido.
Los datos indispensables para el trazado de una estrategia de desarrollo son:
1. El contexto en el que luchamos, lo que incluye un análisis de la situación de partida, de las transformaciones indispensables y de las propias fortalezas.
2. Quién es nuestro enemigo, por qé es nuestro enemigo y cómo opera ese enemigo.
Síntesis
Con estos elementos básicos en mente debería quedar en claro la necesidad de definir una estrategia de desarrollo conforme objetivos que deben ser planteados como punto de partida. La indispensable construcción del poder necesario para alcanzar el objetivo, valiéndose de las fortalezas (socios) y salvando dificultades (enemigos), es en definitiva “la política” o la “gran política”.
(*) Empresario paranaense.
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