El síndrome de la zanahoria

“El burrito sencillo va solito al corral buscando el amo bueno que te dé libertad”. Divididos

Por Pablo Benetti (*)

29/10/2024 |

Todos hemos visto más de una vez la imagen del burro detrás de la zanahoria en la reconocida fábula. Esa zanahoria amarrada a un palo por delante de sus ojos, que tiene como objetivo que el animal crea que puede alcanzarla y por esto sigue caminando. Cada vez que veo esa imagen siento pena por el burro; que no se da cuenta de que jamás atrapará la zanahoria.

En Argentina estamos igual que el burro. Nos han puesto una zanahoria diciendo que “hay luz al final del túnel”, que ya vendrá la prosperidad, que hay que sufrir para luego obtener la felicidad. Felicidad y prosperidad que nunca terminamos de alcanzar, como la zanahoria que trata pero no puede alcanzar el burro.

Con esta metáfora quiero iniciar para ir al tema central de esta nota; que es el anuncio de la primera importación de 25 toneladas de zanahorias desde Paraguay; producida por “tres productores cooperativizados”, de acuerdo a lo enunciado en la noticia publicada en el portal Bichos de Campo el 22 de octubre de 2024. En este mismo portal, días antes, se había anunciado la importación de tomates, también desde Paraguay.

A estas noticias se suman importaciones de otros productos agrícolas, que perfectamente se producen y muy bien en Argentina; y que en muchos casos son productos que Argentina también exporta. Osea, se cubre el mercado interno además de poder exportar a otros países, pero así y todo el Gobierno nacional decidió abrir las fronteras para que ingresen productos de otros países como quesos y derivados de la leche, por ejemplo.

La zanahoria es un cultivo que está muy concentrado en Argentina. Existen cuatro lugares específicos en el país que la producen: la región de Cuyo es la principal productora, seguida por Santiago del Estero, Santa Fe y provincia de Buenos Aires.

Todo lo que se produce se consume internamente y de forma escalonada hay producción que garantiza producto durante todo el año, no habiendo limitantes para su producción; el único requisito es contar con suelos sueltos y bien drenados.

El rendimiento promedio anual es de aproximadamente 33 tn/ha en Argentina. Si observamos, para poder cubrir lo que se importó de Paraguay, un pequeño productor con un poco menos de una hectárea lo podría haber garantizado tranquilamente.

Si hay zonas en el país que producen muy bien, si hay capacidad instalada en las industrias para el procesamiento de la misma, y hay demanda de la población: ¿por qué no lo hacemos nosotros en vez de importar?. Para esto tiene que haber algunas condiciones: como el acceso a la tierra, a créditos blandos, con condiciones de comercialización asegurada y así con todas las producciones fomentarlas en vez de importar.

Una de las cuestiones que se plantean a favor de la importación de alimentos, es que los precios de los alimentos son “muy caros” en Argentina y que l importación generaría competencia, una competencia que ayude a la caída del precio en la góndola. Podemos afirmar que para lograr ese cometido hay otras alternativas, como la intervención en la cadena de comercialización, que un supermercado no le gane más a la producción que el que la produce, por ejemplo.

Desde que sale de la chacra hasta que llega a la góndola hay un pasamanos que genera un aumento del producto.

Otra alternativa puede ser incentivar que haya un aumento de la producción al aumentar la oferta; generando un espiral descendente del precio del producto, y, por último, poder generar ciclos cortos de comercialización, centros de comercialización directos del productor al consumidor, sin intermediarios y en lugares cercanos a las zonas de producción: ahí sí, bajaríamos los precios al consumidor.

Si escuchamos, en una entrevista realizada por un canal paraguayo a la encargada del Senave (el equivalente al Senasa en Argentina), Leticia Soria (link: https://www.youtube.com/watch?v=ibDEEEtYeIc), podemos ver que expresa “nuestro país es gran exportador de granos, sin embargo el enfoque hoy desde la institución es poder llegar a los mercados internacionales con productos de la agricultura familiar”. Habla de envíos semanales de equipos con zanahorias hacia Argentina, pero no sólo habla de la zanahoria –que como ya dijimos fue producida por tres productores de una cooperativa del Paraguay–, sino también que están trabajando para exportar otras frutas y hortalizas como son la exportación de banana a Brasil y a Chile.

Soria también comenta que no sólo hay volumen de producción para abastecer su mercado interno –siempre hablando de la zanahoria–, sino que existe un excedente para exportar, pero no sólo eso sino que venían regulando la siembra para no abarrotar el mercado interno y que eso generara una caída del precio.

Para lograr la exportación e importación de la Argentina se valieron de la existencia de una norma armonizada que fue creada desde el Mercosur y sin esta norma no se hubiera podido exportar, marcando la importancia que tiene este organismo multinacional, tan denostado por nuestro actual Gobierno nacional.

Como bien expresa la funcionaria paraguaya, hay una decisión de su Gobierno de incentivar y acompañar estos procesos y en especial de la producción de las y los agricultores familiares, caso contrario de lo que sucede en la Argentina. El Gobierno nacional destruyó el Inafci, el Senaf (organismo del Senasa destinado a la agricultura familiar), dejó a la deriva a miles de productores y sus cooperativas a las buenas del mercado para que sea quien regule sin ninguna intervención.

Estamos convencidos de que es imprescindible para tener un país soberano e independiente, poder realizar una profunda reforma agraria integral que dé la tierra a quien quiera trabajarla, generando un millón de chacras que produzcan el alimento que necesitamos, con un Estado fuerte que fomente, regule y acompañe este proceso, no un Estado que libere y deje a la arbitrariedad del mercado las definiciones de precios y de producciones en pos de un puñado de grandes terratenientes y comercializadoras que manejan el mercado a su favor, importándole muy poco los agricultores familiares.

(*) Referente de la Federación Nacional Campesina de Entre Ríos. Trabajador despedido del Instituto de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (Inafci).

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