Los desafíos de la piscicultura en Entre Ríos
Juan Pablo Hegglin explicó de qué se trata el proyecto de cría de peces que se lleva adelante en la Estación de Acuicultura Salto Grande, una herramienta clave para aquellos que quieren iniciarse en la actividad. Repasó los puntos centrales de la producción y habló de la comercialización. “El horizonte, tanto en cantidad de productores como en volumen de producción, es promisorio”, dijo. ¿Se puede vivir sólo de la piscicultura? Danilo Lima
En la Estación de Acuicultura Salto Grande, ubicada en el campo experimental El Alambrado –dependiente de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Concordia del INTA– se trabaja en un sistema de producción semi intensivo con aireación y recambio parcial de agua. Existen, además, sistemas de producción extensivos y ultra intensivos. Pacúes, bogas y sábalos son las especies en producción.
En el marco de un tour productivo, organizado en forma conjunta por la Asociación Entrerriana de Periodistas Agropecuarios (AEPA) y la EEA Concordia, el ingeniero agrónomo Juan Pablo Hegglin (foto) dio detalles de la actividad productiva que se lleva adelante, y, en primer lugar, diferenció entre acuicultura y piscicultura.
El concepto de acuicultura “es más amplio porque incluye a los peces y algunas otras especies vegetales y animales” mientras piscicultura alude “específicamente a la producción de peces”, explicó.
En la Estación de Acuicultura del INTA concordiense, precisó Hegglin, “tenemos un sistema de producción semi intensivo con aireación parcial y recambio de agua, en cinco estanques construidos sobre tierra de 8 x 40 metros, y una profundidad de 2 metros, en donde hacemos cría de pacúes, bogas y sábalos”.
– ¿Cuándo arranca el proceso y cuándo termina? ¿Qué pasa en el medio?
– La cría propiamente dicha empieza cuando un productor compra alevines, que son pececitos de 5 gramos, por lo general para las fiestas de fin de año o principios de cada año.
Se les da de comer un alimento iniciador –con alta proteína– durante todo el verano. Cuando viene el frío, esos peces –que pesaban 5 o 10 gramos– alcanzan los 200 gramos, se corta la alimentación cuando la temperatura del agua de crianza baja de 15 grados, y para septiembre/octubre se retoma la alimentación hasta mayo del año dos, es decir, unos 15/16 meses después de haberlo sembrado. Se obtiene un pacú o una boga de 1,300 kg, faenado y despinado, que es el denominado pescado de plato.
– ¿Cuántos kilos se producen en estos estanques?
– Alrededor de 1.500 kilos por temporada. En cada uno de estos estanques, que tienen 320 metros cuadrados, producimos unos 320 kilos de pescado. Tenemos cinco estanques, así que producimos alrededor de 1.500 kilos.
Si bien hemos hecho algunas pruebas comerciales con restaurantes locales, y pescadores artesanales, que son quienes nos elaboran el pescado, no tenemos un objetivo comercial, sino más bien educativo, destinado a la gente que quiere arrancar a producir.
– Ustedes trabajan con agua de pozo que tiene 20 grados, ¿qué pasa con las heladas y cuando la temperatura del agua está por debajo de esa marca?
– Cuando las temperaturas son menores a los 11/12 grados, los peces empiezan a tener algunos problemas de enfermedades y también riesgo de mortandad.
Lo que hacemos cuando se suceden días seguidos de heladas es incorporar agua de pozo, a 20 grados, y, de esa manera, logramos moderar al menos una parte de la temperatura en los estanques.
– ¿Lo mismo con el calor?
– Sí, hemos medido 32/33 grados en el agua, y aparecen problemas de estrés y de oxígeno, entonces cuando hay una ola de calor grande lo que hacemos es incorporar agua.
Lo que viene
– ¿Cuáles son los objetivos de este proyecto de cara al futuro?
– Lo que nosotros empezamos a trabajar, como INTA Concordia, junto a otros organismos –Conicet-UNER, Uader y los centros de acuicultura de Diamante y La Paz–, es una red de organismos de piscicultura entrerriana.
Los técnicos nos reunimos periódicamente con el objetivo de avanzar en la normativa para la piscicultura, la promoción de una marca colectiva –estamos pensando en Pescado Entrerriano– y trabajar, junto con el Gobierno, en un programa de piscicultura de largo plazo, para los próximos 10 años.
– ¿Cuántos piscicultores hay en Entre Ríos?
– Alrededor de 40 piscicultores privados, más algunas escuelas agrotécnicas –Federal y Colón– y el Municipio de Chajarí.
– En muchos emprendimientos productivos el cuello de botella está en la comercialización. ¿Pasa lo mismo en la piscicultura?
– Nosotros hemos hecho algún trabajo con cuatro o cinco restaurantes de Concordia con volúmenes pequeños, pero creemos que la piscicultura asociada al turismo termal y al turismo veraniego puede ser una interesante alternativa.
El cuello de botella, en algunas localidades, es que no hay quién faene ni quién despine. En Concordia eso lo tenemos resuelto porque hay dos asociaciones de pescadores artesanales que nos hacen ese trabajo.
– ¿Tienen alguna estimación de crecimiento del número de piscicultores?
– Creo que hay lugar para muchos más emprendimientos, y, también, para que se amplíen los que ya están.
La mayoría de esos 40 productores, si bien tienen experiencias comerciales, están centrados en el aprendizaje: el manejo del agua y de la alimentación, cómo se faena, cuánto tiempo tardan.
Estamos en una etapa de exploración, por lo cual el horizonte, tanto en cantidad de productores como en volumen de producción, es promisorio.
– ¿Y se puede vivir sólo de la piscicultura?
– Sí. Hay que estar organizado y estar todos los días atendiendo las tareas puntuales. También pensar en la faena y en la elaboración de los pescados.
Siempre les decimos a quienes se quieren iniciar en la piscicultura que antes de poner una pileta piensen en la comercialización –vender en pescaderías, en restaurantes, en complejos termales–.
Después, si esto avanza, tomando como referencia a la avicultura, se puede pensar en abastecer a grandes supermercados de ciudades más pobladas y, en algún momento futuro, pensar en exportación.
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