¿Es viable Cotapa?
Por Danilo Lima (*)
La posibilidad de que Cotapa –la histórica cooperativa paranaense de tamberos devenida en empresa privada– vuelva a producir es, en principio, una noticia esperanzadora, deseable, básicamente porque supondría preservar las fuentes de trabajo de decenas de empleados en un momento extremadamente delicado en materia económica, social y laboral. Nada causa más desazón a un trabajador que perder su empleo. Nada es más humillante para un hombre y para una mujer que transformarse en un desocupado más.
La eventual reactivación de Cotapa, además, significaría la continuidad de una industria lechera emblemática de la ciudad que supo ser –hace ya mucho tiempo, es cierto– un ejemplo de agregado de valor a la producción primaria, basado en el cooperativismo, esa herramienta siempre necesaria en momentos de crisis.
Errores propios y ajenos –sería muy largo enumerarlos– hicieron que la original Cooperativa Tambera Paraná se derrumbara. Su conversión en empresa privada le dio algo de aire, pero la ilusión de volver a ser lo que alguna vez fue duró poco. La empresa privada también se desmoronó.
En este contexto, en las últimas horas se conoció la posibilidad de que Cotapa –paralizada desde hace semanas– pueda reactivarse. Trabajadores, gremialistas, el responsable de la empresa –Juan Carlos Acevedo Díaz–, y funcionarios nacionales, provinciales y municipales, se asegura, avanzaron en un principio de acuerdo que, autorización judicial mediante, posibilitaría la vuelta a la producción de leche y algunos derivados. Ojalá así sea, sobre todo por los trabajadores que viven días de zozobra.
El punto central del acuerdo, según trascendió, es que la planta sea manejada por los trabajadores, a través de alguna forma cooperativa –no hay precisiones al respecto– durante tres meses, mientras los dueños tratan de salir del laberinto financiero en el que se encuentra la firma, sea a través de algún tipo de financiamiento o de la incorporación de nuevos inversores.
Aquellos tres meses, de acuerdo con lo que se está negociando, podrían extenderse 90 días más si la empresa no lograra salir del pantano de deudas. Si, por el contrario, tuviera éxito, volvería a manos privadas.
La primera duda que surge ante este principio de acuerdo es si una cooperativa –la herramienta a la que se apelaría para volver a producir– puede conformarse para operar sólo tres meses –o seis, en el mejor de los casos–. Algunos especialistas en cooperativismo aseguran que es imposible.
Pero hay más preguntas: ¿La planta de Cotapa está en condiciones tecnológicas de enfrentar los desafíos de la lechería actual? ¿Es eficiente? ¿Está emplazada en el lugar adecuado? ¿Hay tamberos dispuestos a remitir su producción? ¿Se puede subsistir con el fasoneo?
Un experto conocedor de la cadena láctea entrerriana, consultado por este portal, fue lapidario: “Esa planta no tiene futuro”, afirmó.
Y dio sus argumentos: “Salvo la línea de leche larga vida, es una planta obsoleta e ineficiente en la relación recursos humanos/volumen elaborado y también en el uso de energía, su ubicación es pésima y no tiene un adecuado tratamiento de efluentes”.
Recordó, además, que Cotapa “tuvo su oportunidad de renovación, traslado y refuncionalizacion de la gente –sin despidos– entre los años 2007 y 2011”, pero “los mismos gremialistas y operarios se opusieron. Así terminaron de fundir a la cooperativa y la planta cayó en manos privadas, en un proceso poco claro”.
En aquel tiempo, apuntó, “ningún tambero más o menos cuerdo quería entregarles leche, ¿por qué lo harían ahora? Y si esperan subsistir con el fasoneo, será mejor que hagan bien los números y mejoren bastante su eficiencia”.
En fin… salvar la empresa, evidentemente, no es sencillo –todos los involucrados en las negociaciones lo saben muy bien–, pero, igual, hay que intentarlo. Siempre hay que intentarlo.
(*) Editor de Código Campo.
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