Fechas de siembra y cultivares, claves para obtener altos rendimientos en colza

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La colza (“Brassica napus”) es una de las opciones para sembrar como cultivo invernal. En Entre Ríos, especialmente debido al impulso de la Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Ltda. (Coopar), la oleaginosa ha ganado área y, según las primeras estimaciones, en esta campaña 2022/23 se superarán las 9.550 hectáreas del ciclo pasado. Las actuales buenas cotizaciones abonan esa posibilidad.

La colza “tiene un grupo de productores que la viene haciendo habitualmente y siempre se incorpora alguno nuevo, porque desde hace años permite realizar buenos negocios”, le dijo a CÓDIGO CAMPO Leonardo Coll (foto), especialista en el cultivo del INTA Paraná.

De todas maneras, “no es un cultivo que crezca en nuestro país en forma muy importante, a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en Uruguay donde en los últimos años ha tenido un crecimiento exponencial hasta llegar a tener una cuarta parte del área total implantada con cultivos de invierno”, observó.

La colza en Entre Ríos ha demostrado tener buena adaptación al punto que su participación a nivel nacional –superior al 40%– es mayor que las de otros cultivos como el trigo, la soja o el maíz, que no superan el 10%.

Esto se explica, indicó Coll, debido “al trabajo que ha hecho Coopar a lo largo de los años facilitando lo que es logística de acopio y comercial, que es muy importante, sobre todo cuando se trata de una superficie no muy grande a nivel nacional”.

Pero también, desde el INTA, “se ha aportado bastante en lo referente a herramientas de manejo para maximizar los rendimientos. También hay un programa de mejoramiento de colza, que tiene su sede en la Estación Experimental Agropecuaria Paraná, que ya ha registrado dos materiales: Macacha INTA, primero, presente comercialmente desde hace un tiempo, y, ahora, Delfina INTA, un ciclo un poco más corto y con mayor potencial de rendimiento.

– ¿Cuáles son las pautas centrales del manejo de la colza?

– Una pauta de manejo clave para obtener altos rendimientos es la correcta combinación de fecha de siembra y ciclo del cultivar. La fecha de siembra de colza es otoñal, previa a la de inicio del trigo. Abril hasta mediados de mayo es la fecha óptima. A partir de ahí crece el riesgo de que las heladas tempranas empiecen a afectar la supervivencia de las plántulas porque hasta que éstas no desarrollan cinco o seis hojas tienen susceptibilidad al daño por heladas.

El esquema de implantación es similar al del trigo: primero los ciclos largos –cultivares primaverales–; en abril, los largos e intermedios; y en la primera quincena de mayo, los intermedios y cortos.

Es posible sembrar, asumiendo cierto riesgo, más allá del 15 de mayo, sobre todo cultivares de ciclos bien cortos sin que se nos caigan tanto los rendimientos, porque, más allá de la supervivencia de las plantas, lo que también empieza a caer es el rendimiento potencial. Y ahí se dependerá más de cómo venga la primavera en cuanto a temperaturas y precipitaciones.

– Haciendo bien las cosas, ¿cuál es el rendimiento posible y cuál el rendimiento de indiferencia?

– Se puede aspirar a obtener un rendimiento, más o menos, de un 50/60% de lo que rinde un trigo. Es decir, si en un campo se alcanzan 3.500 kilos de trigo es probable que se logren entre 1.800 y 1.900 kilos de colza por hectárea. Es un rendimiento obtenible haciendo bien las cosas.

Y el rendimiento de indiferencia varía de acuerdo a las cotizaciones de la colza y al precio de los insumos, que se mueven día a día, pero este año es más bajo que en otras campañas.

Hay que remarcar también el efecto positivo que tiene la colza sobre el rendimiento del cultivo de segunda. El margen del doble cultivo es el más alto de todas las alternativas que se pueden hacer en Entre Ríos.

– ¿Cuál sería una rotación adecuada con colza?

– Antes decíamos que no convenía sembrar la colza atrás del maíz porque como la semilla es muy chica dificultaba la implantación, pero como los productores siempre se las rebuscan últimamente ha cobrado bastante ímpetu la siembra al voleo de colza en rastrojos de maíz, con muy buenos resultados.

Cada vez hay más evidencias de que la colza no sólo tiene un efecto positivo sobre la soja de segunda, por ejemplo –incrementando los rendimientos por el adelanto de la fecha de siembra y mejorando la infiltración y acumulación de agua–, sino que también se están viendo efectos positivos –con rendimientos más altos– sobre el trigo del invierno siguiente.

– ¿Cuánto y con qué fertilizar?

– En la colza es importante, a diferencia de otros cultivos, el azufre, más allá del nitrógeno que en nuestra provincia hemos encontrado umbrales de 150 kilos de nitrógeno por hectárea, considerando lo que aporta el productor con el fertilizante más el nitrógeno que tiene el suelo.

Hay que aportar 20 o 30 kilos de azufre por hectárea, de la fuente más barata que se pueda disponer –yeso agrícola, por ejemplo–, y se puede aplicar hasta el momento de la siembra. Esos 30 kilos nos aseguran que no vamos a estar limitando los rendimientos.

Y también hay que aportar fósforo, como arrancador. Es cierto que los fertilizantes están muy caros pero el efecto arrancador es importante porque la colza es mucho más eficiente que el trigo para tomar fósforo del suelo. Hemos determinado un umbral de 12 ppm de fósforo disponible, a partir de allí no se limitarían los rendimientos.

Siempre es importante el efecto arrancador de los fertilizantes, y, entonces, hay que hacer un esfuerzo y aportar algo desde la siembra.

– ¿Crecerá el área implantada este año?

– No me animo a arriesgar un número, pero tomando como base la campaña pasada, donde los rendimientos fueron muy buenos, es posible que haya productores que siembren más. Es posible que superemos las casi 10.000 hectáreas del año pasado.

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