Cuando la transgresión se vuelve hábito
Por Alejandro Di Palma (*)
Mientras cualquier empresa comercial en Argentina se debe manejar en los estrictos términos de la ley N 19.550, existen algunas excepciones. Veamos: según el artículo 261 de esta ley (19.550), los directores de una sociedad anónima no pueden distribuir en todo concepto más del 25% de las ganancias. Esto es así en general, excepto en el curioso caso de YPF, donde las asignaciones de las remuneraciones del directorio de 2022 han sido definidas a esta altura del año.
La suma fijada como adelanto provisorio es de $706.197.358 para ser dividida entre los 12 directores, lo que arroja un valor “provisorio” de aproximadamente 60 millones de pesos por director para este año, unos 5 millones por mes.
Está claro que una empresa como YPF, que da pérdidas, no puede remunerar a su directorio y mucho menos con estos valores, es por ese motivo que se elige el tratamiento de honorarios a cuenta…
La transgresión es cada vez más flagrante, dado que en abril están repartiendo honorarios a cuenta de futuras ganancias por las cuales seguramente habrá que esperar sentado.
Pero también resulta interesante ver la evolución de estos honorarios a lo largo de estos últimos años. En 2020 se repartieron $ 184.131.951; en 2021 hubo una evolución del 253% en estos honorarios, ascendieron a la suma de $ 466.669.015. Ahora, en 2022, en abril se resolvieron adelantar un valor de $ 706.197.358 en el mismo concepto, lo que significa una evolución del 151%.
Desde 2020 hasta abril de 2022 el porcentaje en el que evolucionaron los honorarios del directorio fue de 383%.
Si bien puede ser que no todo ese dinero sea el sueldo, pero sí una gran parte y el resto, el que no es sueldo, seguramente incluye autos, servicios aviones, gastos de representación etc.
Podríamos asegurar sin miedo a equivocarnos que estos directores disfrutan inclusive de esos otros conceptos.
El privilegio
El privilegio suele ser un lugar desde donde resulta difícil conectar con la realidad.
Digamos que estos directores han alcanzado sus “posiciones de privilegio”, sobre una base de recetas que van de la mano del credo liberal que explica una concentración de renta a costa de la destrucción del subsector de las Estaciones de Servicio, el último eslabón de la cadena de valor del petróleo.
Estos privilegios ponen sobre la mesa las limitaciones de una política energética que propone resolver la pugna de la renta, a través de la prepotencia del poder económico y así preservar privilegios distributivos, la comprensión de la dinámica económica queda flagrantemente lastimada.
Es relevante observar que algunos de estos directores son los que desde “el privilegio de sus honorarios”, el pasado 8 de abril declararon “la guerra contra el faltante de combustible” al garantizar la oferta de gasoil en el país anunciando una mega importación de 250 millones de litros.
Desde ese mismo “privilegio”, en un escenario donde las estaciones de servicio están quebradas, es desde donde se permiten hablar de un “paradigma de modernidad” desarrollando una nueva imagen para las Estaciones YPF, las que cuestan cinco veces más que cualquier estación de servicio de Estados Unidos, mientras el país presenta una pobreza estructural que por ejemplo explica que el 54% de los menores son pobres.
(*) Empresario paranaense. Titular Estación de Servicio de Laurencena.
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