Uruguay, tan cerca y tan lejos
Por Danilo LIma (*)
Uruguay se ha convertido, desde hace ya varios años, en una referencia ineludible para los productores agropecuarios argentinos, en general, y entrerrianos, en particular, debido a la continuidad de una política de Estado proactiva hacia el sector que, en sus ejes centrales, se muestra inalterable sea cual fuere el partido político que gobierne.
En el “paisito” todos los productores tienen la certeza de que las reglas de juego para el campo no se modificarán de una administración a otra, al menos bruscamente.
No cambiaron en 2005 cuando la coalición de izquierda Frente Amplio, de la mano del socialista Tabaré Vázquez, accedió por primera vez al poder, sucediendo al Partido Colorado de Julio Sanguinetti y Jorge Batlle, y tampoco cambiaron –para sorpresa de muchos– cuando en 2010 el tupamaro José Mujica llegó a la Torre Ejecutiva. Menos aún con el Partido Nacional (también conocido como Blanco) del presidente Luis Lacalle Pou, y sus socios de centro-derecha de la denominada Coalición Multicolor.
Desde el inicio del Siglo XXI, los colorados –otrora socialdemócratas y ahora recostados a la centro-derecha–, los frenteamplistas –izquierdistas y centro-izquierdistas–, y los blancos –defensores del ruralismo desde los tiempos de Aparicio Saravia– gobernaron el Uruguay. A ninguno de ellos, a pesar de sus diferencias ideológicas, se le ocurrió, por ejemplo, instaurar retenciones o cerrar exportaciones y mucho menos considerar al campo un enemigo.
Reglas de juego claras, certidumbre y una fuerte política de respaldo al sector agropecuario –“estoy con el campo”, ha dicho Lacalle Pou– generan admiración entre los productores argentinos. Cuando tienen en cuenta, además, que retenciones y cupos son palabras inexistentes del otro lado del río, esa admiración se transforma en sana envidia.
El Uruguay “se ha caracterizado por recibir las propuestas y escuchar al sector privado”, dijo en Paraná, hace algunas semanas, Gonzalo Valdés, el presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU). Y agregó: “Poder interactuar permanentemente con el Gobierno es una de las cosas más importantes que se dan en nuestra situación política agropecuaria”.
Para los productores de toda la provincia que escucharon a Valdéz, en el marco de la jornada “Protagonistas de una nueva Entre Ríos” que organizó el Distrito Entre Ríos de la Sociedad Rural Argentina (SRA), la comparación con la Argentina resultó inevitable.
Después de Valdez, vía zoom, fue el turno de Fernando Mattos, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay. “El Gobierno le ha dado al sector productivo (uruguayo) la certeza para poder invertir con tranquilidad, con un horizonte despejado y con las posibilidades que el mercado internacional impone”, remarcó. La comparación con lo que sucede en la Argentina, otra vez, fue inevitable para los entrerrianos.
Transparencia republicana, un Poder Judicial independiente, una sociedad que condena la corrupción –el ex vicepresidente Raúl Sendic puede dar fe de ello–, reglas de juego claras y una relación adulta entre oficialismo y oposición –a ningún presidente saliente se le ocurriría no entregarle la banda a su sucesor– y transiciones ejemplares, convierten al Uruguay en una democracia fuerte, sólida, ejemplo en el continente.
No es Estados Unidos ni Reino Unido. Tampoco Canadá, Suecia o Noruega. Es Uruguay, acá al lado. Tan cerca y tan lejos.
(*) Editor y conductor de Código Campo.
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