Mandato, representación, esbirros y lacayos
Por Alejandro Di Palma (*)
Se nos educó con aquello de que la representación dirigencial debe ser la síntesis de lo mejor de una corporación.
El comercio de combustibles al público y sus casi 5 mil establecimientos, están siendo representados por un mandatario-apoderado que habla y se desenvuelve como director de una compañía petrolera, la misma que sostiene un discurso negacionista y que publicitaba entregas de combustibles récords de entre el 30 y el 40 % más que históricamente abastecieron a nuestras estaciones de servicio.
Esta dirigencia pérdida, hoy, nos obliga a asistir a pronunciamientos y proclamas propias de los agresores del sector, de los causantes del desabastecimiento. Debemos señalar que nos referimos a las estaciones de servicio que atendemos vehículos, porque son varios los sectores que participan en la compra y consumo de otros carburantes.
Es esa dirigencia extraviada quien hace publicar en “medios”, escritos semejantes a solicitadas exhibiendo, indiscutiblemente, que han perdido el mandato otorgado, y, por ende, la representación de quienes ellos mismos dicen ser sus mandatarios.
La actual dirigencia es el amargo fruto del triunfo del energúmeno sobre el pensador, de la obsecuencia sobre la representación.
El cinismo de esta gente no tiene parangón, reconocieron el desabastecimiento meses después de ocurrida la desaparición del combustible y luego de meses de declaraciones oficiales sobre voluminosas importaciones que nunca tocaron tierra, terminan asegurando un camino de solución que niega una realidad perfectamente tangible para nuestro sector, la que sentencia que “todo sigue igual en términos de desabastecimiento”.
N es casualidad que esas declaraciones, flagrantemente mendaces, se publiquen en determinados medios.
Hoy es demasiado notorio que la libertad de prensa termina donde se inicia el poder del anunciante. Para ser convocados por estos medios, necesitamos cuidarnos de agredir a sus mentores económicos, razón por la cual en una crisis desesperante termina ganando el cinismo y la obsecuencia, éste es el caso que nos ocupa.
¿Dónde estaba el presidente de la Cámara de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (Cecha) cuando Argentina quedó paralizada? Respuesta: en Alemania. ¿Haciendo qué? Respuesta: viendo autitos eléctricos, fue al mismo país que hoy vuelve a utilizar carbón para generación eléctrica.
La actitud pronosticadora que todo lo oportunamente negado (desabastecimiento) ya desaparece, es propia de los lacayos adláteres de quienes generaron el mismo problema.
Mimetizarse con el agresor es una actitud pueril y pusilánime, propia de mediocres mendicantes.
Estamos de un lado o de los burócratas del Estado, o de las petroleras, que con su silencio forman parte del problema.
No podemos dejar de disparar que los obsecuentes sólo sirven para la bonanza, son un salvavidas de plomo que suele conducir a un nuevo fracaso y en los momentos de extrema gravedad, como los actuales, son una fuerza antagónica a nuestra necesidad como sector.
Esta matriz de funcionamiento que necesitamos cambiar puede verse manifestada no sólo en estas últimas declaraciones que divergen de la realidad, sino en el silencio que las antecedió.
Vemos que se trata de una enfermedad crónica, que en los anteriores estadios, contó siempre con la ayuda corporativa de otras asociaciones o cámaras que, desinteresadas de representar a sus bases, aceptaron el camino de la obsecuencia; en este caso Cecha quedó sola asegurando una futura solución que hiere al conjunto de estaciones de servicio que viven el drama del desabastecimiento y los cupos.
Hoy los mandantes declaramos que las instituciones que supuestamente nos conducen quedaron acéfalas.
(*) Empresario paranaense. Titular Estación de Servicio Laurencena.
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