¡Que viva el campo, carajo!
Así cerró Diego Etchegoyen, el presidente de la Sociedad Rural de Federal, su discurso en el acto de inauguración de la 78ª Exposición de Ganadería, Granja, Industria y Comercio. El ruralista cuestionó con dureza al Gobierno, pero también fue autocrítico. Danilo Lima
Diego Etchegoyen, el presidente de la Sociedad Rural de Federal, sin pelos en la lengua, al hablar en el acto de inauguración de la 78ª Exposición de Ganadería, Granja, Industria y Comercio, dijo lo que muchos –muchísimos– productores piensan. Describió la crisis que vive el país, cuestionó en duros términos al Gobierno y a la clase política en general, y fue autocrítico al asegurar que “también somos parte del fracaso”.
“La profundidad de la enfermedad sociológica del país es de tal dimensión que son tan cínicos y te hacen creer que deberíamos estar felices con todo lo que nos pasa”, disparó el ruralista.
Los del campo, comparó, “somos la orquesta que sigue tocando con el agua al cuello como en la película Titanic”, mientras los funcionarios “se pelean por los pocos botes que van quedando para salvarse”.
Etchegoyen, asimismo, advirtió que “vamos camino a tocar fondo” con un Estado “en bancarrota quemando los últimos recursos. Tenemos magras reservas y un ministro (Sergio Massa) que no es economista pero que va a salir a pedir préstamos, y creemos que con eso vamos a pegar gran salto”, cuestionó, e ironizó: “Un ministro del que no se sabe cuál es el ideal que tiene, y, si no nos gusta, seguramente tiene otros”.
El sector agropecuario “está quedando anémico” por las retenciones y “sin crédito”. “Le quitan al productor el fruto de su esfuerzo, pero los funcionarios y políticos se siguen aumentando sus sueldos… y viva la joda nomás. Realmente nos toman por idiotas”, enfatizó el presidente de la Rural federalense.
Etchegoyen, al finalizar sus palabras, recordó la figura del general José de San Martín, a pocos días del 172° aniversario de su muerte: “No pretendo que haya otro San Martín, pero que venga un sargento Cabral para que nos salve y no nos quiten lo más preciado: el derecho a ser libres, un derecho que no podemos entregar. ¡Qué viva el campo, carajo!”.
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