Roig planteó el desafío de desarrollar la ruralidad
Sostener el cooperativismo “debería ser una política de Estado y de largo plazo”, dijo el presidente del Inaes, para quien los trabajadores y los productores deben estar “en el centro de nuestras preocupaciones”. Danilo Lima
El asociativismo es una de las formas de organización del trabajo y de la producción que va a permitir el desarrollo del mercado laboral, definió Alexandre Roig, el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), al hablar en el 5° Congreso Internacional 2022 de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), realizado en la sede central de la UCA, en Buenos Aires.
“Vemos que hay muchas instituciones tradicionales que van encontrando algunos límites y en el cooperativismo hay una forma de organizar el trabajo que permite abrazar, contener y reorientar un conjunto de trabajadores y de productores que no encuentran su lugar en las formas tradicionales”, agregó.
Dicho en otros términos: cerca de 11 millones de trabajadores en la Argentina, que solicitaron el IFE, no van encontrar lugar dentro del esquema de empleo en relación de dependencia, por lo que hay que crear instituciones para las nuevas formas de trabajo.
Roig indicó que en la actualidad hay más de 350.000 puestos de trabajo en relación de dependencia en el sector cooperativo y esa cantidad se multiplica en toda la cadena. El 10% del PBI, además, está dentro del sector de cooperativas y mutuales.
Desafío
Para el presidente del Inaes, el país tiene “el gran desafío” de desarrollar no sólo el campo sino también la ruralidad, porque la Argentina sigue siendo un país con una población rural muy baja, del orden del 7,4%, una de las más bajas del mundo.
“Nosotros deberíamos llevar la población rural a proporciones mucho más altas y eso implica pensar en las economías regionales, el desarrollo local, la inversión en infraestructura, y es ahí donde el cooperativismo tiene un lugar central”, enfatizó Roig, por lo cual “sostener el cooperativismo debería ser una política de Estado y de largo plazo para desarrollar el campo y la población rural”.
Todo esto implica “desarrollar, por un lado, el modelo cooperativo y mutualista, y, por otro, desarrollar el crédito descentralizado, en una concepción del país totalmente distinta a la que tenemos que es muy centralizada y urbanizante”, añadió.
El punto clave
En este marco, Roig consideró que los trabajadores y los productores deben ser “el sujeto de nuestras políticas”, porque cuando se sabe que se desperdician 16 millones de toneladas de comida al año y que 123 mil toneladas ni siquiera llegan a las góndolas “estamos ante un problema grave en la distribución”.
Hay, entonces, que “repensar el modelo de logística y distribución de alimentos, y la organización de los mercados concentradores. Aquí también el sector cooperativo tienen un rol muy importante”.
Brindó, en este sentido, dos ejemplos: el caso de la Cooperativa Obrera, de Bahía Blanca, con precios 20% más baratos en los productos de la canasta básica, y el conjunto de proveedurías del sector mutual de Rosario (Amecro) que tiene precios 30/40% más baratos.
“Si fortalecemos un modelo de distribución de alimentos cooperativo y mutual vamos a poder canalizar el excedente de alimentos y construir una referencia de precios distinta a la que conocemos hoy”, enfatizó.
Para Roig, la magnitud de la crisis que vive el país “está alineando las voluntades para darnos cuenta de que no podemos demorar más tiempo en la necesidad de crear nuevas instituciones”. Propuso, entonces, “pasar del diálogo y los acuerdos a las instituciones que posibilitan que haya más confianza en un conjunto de reglas que se instituyen y se legalizan, y permiten organizar la sociedad de otro modo”.
“Necesitamos, de la mano del cooperativismo y el mutualismo, instituir una Argentina donde todo el mundo pueda comer y en donde los intereses de los trabajadores y los productores estén en el centro de nuestras preocupaciones”, cerró el presidente del Inaes.
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