La caída de precios de la hacienda demuestra que el campo no es culpable de la inflación
Los valores en los remates siguen bajando, remarcó Farer, y eso “desmiente el relato” del oficialismo que culpa a los productores por el el incremento del costo de vida. En los mostradores y góndolas, todos lo saben, los precios no ceden. Código Campo
Son tres las razones que explican la caída de los precios de la hacienda en los últimos meses: una exportación estancada en volúmenes y valores, una sequía que ha golpeado mucho forzando a una mayor y anticipada oferta debido a la drástica reducción de pasturas y, el bajo poder adquisitivo de los consumidores. Así, al menos, lo entiende la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (Farer) al analizar el comportamiento de las cotizaciones en los remates de las ferias entrerrianas en donde se vienen registrando una sostenida baja.
Aquel combo, subraya la entidad que preside el gualeguaychuense José Colombatto, “arrastró a los precios de la hacienda a una fuerte baja que ya lleva un par de meses y que aleja al ganado en pie de su precio real”.
Farer, no obstante, subraya el hecho de que a pesar de “tener precios deprimidos” esto “no repercute en los consumidores ya que el precio de la carne no baja en las carnicerías y góndolas de los supermercados. A su vez queda evidenciado que la ganadería es ajena a la inflación que se come los salarios de los argentinos. Este hecho debiera quedar bien claro ahora, ya que cuando haya un reacomodamiento de precios y la hacienda pegue un salto lógico y necesario, no debiera haber lugar para los oportunistas ideológicos de siempre culpando al campo de los altos índices resultantes”.
En resumen, desde FARER remarcaron que “debe quedar claro que el productor no tiene nada que ver con la inflación, ya que ella se debe a problemas estructurales de la Argentina, a una emisión sin respaldo, a un Estado gigantesco y a la falta de confianza. Intentar culpar al productor y al campo como responsables de la espiral inflacionaria es una cortina de humo repetida y falaz que siempre se saca al ruedo. Hoy, la realidad choca de frente contra ese relato deformante. La inflación es imparable mientras la carne espera en un rincón un reacomodamiento lógico que lo saque de una coyuntura compleja”.
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