Con el barro hasta las orejas
Por la Comisión de Avicultura de CRA (*)
Ser productor rural no es andar en una 4 x 4 en la ciudad, es usarla para su trabajo en lugares donde no se puede transitar con otros tipos de vehículos. Trabajo que comienza cuando el sol todavía no se asoma y termina cuando la luna hace varias horas ocupó su lugar.
Es muy duro el explicar a los hijos, que ven en TV como las mismas 4 x 4, algunos gobernantes las usan en la ciudad, sin producir nada, para cruzar las zonas inundadas después de las lluvias, producto de su mala gestión.
Decir como se dice, que al campo no le interesa el hambre del pueblo, es el relleno disociante cuando el verdadero hambre se genera en la falta de políticas sanas que hagan posible que cada uno de los habitantes de esta bendita Nación Argentina tenga una educación acorde a las necesidades del momento, lo mismo ocurre con la seguridad, la salud y muchos otros temas de importancia.
No seamos miopes, observemos el ejemplo de países que logran un buen desarrollo agroindustrial, en los cuales los que viven en el campo quieren seguir viviendo en el campo y por sobre todas las cosas seguir produciendo en para todos los habitantes del país.
Destruir es fácil, implementando políticas tapa-agujeros, llenas de imprevisiones y con gran desconocimiento del tema.
El campo tradicionalmente pasa por épocas de vacas gordas y otras de vacas flacas, por eso el espíritu de previsión de su gente, pero las políticas que se están empleando e incrementando, en vez de ser transitorias y quizás justificables en épocas de extrema emergencia, hacen que siempre el campo pase por época de vacas flacas, cada vez más flacas, y lo previsible, si la vaca está cada vez mas flaca, es que se muera.
Trabajemos por un país cada vez mejor, no caigamos en el engaño de enfrentamiento de clases, en donde de acuerdo a la conveniencia del gobernante una de ellas es demonizada, para lograr su objetivo y mediante sutiles hilos manejar nuestras vidas tal cual marionetas.
Pensemos qué país queremos: ¡Aquel en donde se estimula la producción, el trabajo, la educación, la seguridad, la salud? ¿O aquel que estuvimos viviendo, con resentimientos, enconos, desprestigio, desmoronamiento de la autoridad, poblaciones criadas en la cultura del no trabajo, la dádiva y la mendicidad encubierta por favoritismo? Políticas implementadas actualmente, que le dieron a nuestros gobernantes buenos resultados, aprovechando nuestra estupidez (que hay que decirlo como autocrítica, también la tenemos ) y que se manifiesta en nuestro clásico no te metas y en la aceptación de “eso es una mafia”, miedo que cada vez más corroe nuestra identidad nacional, como la hubieran soñado nuestros próceres.
Nuestro pensamiento se entiende que es: “quiero vivir bien y que mi hijo esté mejor”, lo que no se va a lograr si alguien viene a pregonar con intenciones aviesas que vivo bien porque lo hago a costa de mi vecino o conciudadano y esto haciéndolo extensivo a todo el espectro de la Nación, ya que es una prédica instaurada para desviar la atención de los hechos negativos que se producen por la aplicación de malas políticas, o lo peor, de ninguna política.
Aprendamos a separar la paja del trigo y no entremos en disputas disociativas, se construye con amor por el país, con trabajo y no creando rencores para capear temporales productos de la mala gestión.
No es un tema nuevo en la historia de la humanidad, pero que muchas veces igual caemos en la trampa del “divide y reinará”.
No nos dejemos engañar, evitemos el empobrecimiento de todos los argentinos, con excepción de algunos de nuestros gobernantes, los cuales tendrán los medios como para trasladar los beneficios logrados a un lugar más seguro que el país inseguro que dejaron a sus espaldas.
Observemos si se está invirtiendo para que todos estemos mejor, que se estén construyendo obras de infraestructura en el rubro energía, para que en invierno podamos usar la calefacción con energía propia, que no se paren las industrias porque no hay gas o energía eléctrica, que haya obras viales o en ferrocarriles, para evitar que vayamos a nuestros trabajos hacinados en un tren (si logramos llegar sanos y salvos), lo que es una gran falta de respeto para la condición humana de un trabajador, que se levanta en horas tempranas y regresa bien tarde después de cumplir con sus obligaciones laborales.
No caigamos en las disyuntivas pregonadas, todos nos debemos complementar y resguardar, pues nos necesitamos mutuamente.
(*) Confederaciones Rurales Argentinas.
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