El final
Las oficinas del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (Inafci), en Paraná, quedaron vacías, luego de que por orden de la interventora Inés Liendo se retiraran herramientas y computadoras. “Es un día triste”, dijo Pablo Benetti, ex profesional del organismo, mientras que Mario Den Dauw, otro ex, lamentó que le dieran “el golpe final a una política pública que fue una de las pocas herramientas para los campesinos”. Danilo Lima
La motosierra del presidente Javier Milei –injusta, implacable e impiadosa– segó definitivamente la existencia del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (Inafci). En Paraná, desde hoy, ya no queda nada en las oficinas del organismo, en calle España 112, dado que por orden de la interventora Inés Liendo fue retirado todo lo que había en el lugar. Se llevaron herramientas, computadoras y vehículos. El organismo quedó vacío.
“Es un día triste para todos los técnicos, y, más aún, para las y los productores familiares de la provincia que quedan sin asistencia y acompañamiento”, señaló el ingeniero agrónomo Pablo Benetti, uno de los profesionales más reconocidos del organismo en Entre Ríos, que junto a decenas de trabajadores perdió su fuente laboral ante la decisión oficial de cerrar el Inafci.
El ingeniero agrónomo Mario Den Dauw, también ex trabajador de Agricultura Familiar –despedido durante la administración del presidente Mauricio Macri–, por su parte, definió a esta jornada como “un día de duelo”.
“Le dan el golpe final a una política pública que, con muchos errores y desmanejos –y esto habrá que debatirlo y corregirlo para cuando vuelvan gobiernos del pueblo– fue una de las pocas herramientas para los campesinos de nuestro país”, remarcó Den Dauw, quien le envió “un abrazo grande a los compañeros técnicos formados en desarrollo rural durante décadas, con esfuerzo propio y con recursos del Estado, Estado que hoy los descarta”.
A pesar de la mezcla de bronca y tristeza por esta decisión del Gobierno nacional, Den Dauw reflexionó que habrá que “construir herramientas desde la militancia social” para que se pueda “seguir trabajando y acompañando a los más pobres del campo, una tarea compleja pero no imposible”.
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