Un vector y cuatro patógenos que golpean al maíz
La chicharrita y la enfermedad que propaga, conocida como achaparramiento del maíz, significó un duro golpe para el cultivo en la campaña 23/24. Al mismo tiempo, se impone el desafío que representará la próxima campaña frente a esta potencial amenaza y es por eso que conocer su naturaleza es esencial para adoptar una correcta estrategia para la siembra venidera. Código Campo
Augusto Casmuz, de la EEA Obispo Colombres, y María de la Paz Giménez Pecci (investigadora de IPAVE-INTA) junto a Roberto De Rossi, coordinador técnico del Congreso Internacional de Maíz 2024, fueron los encargados de iniciar este miércoles las conferencias técnicas en el tercer Congreso Internacional de Maíz con una temática que desvela a los productores, en pleno momento de toma de decisiones frente al nuevo ciclo.
En la charla “Conociendo al achaparramiento y la chicharrita”, Giménez Pecci, distinguida por su trayectoria al término de su presentación por referentes de Maizar, describió que la chicharrita es vector de transmisión de cuatro patógenos que afectan el cultivo de maíz, de los cuales “dos son virus y dos son bacterias que no tienen pared celular, también se comportan como virus y afectan de diferente modo a la planta. Necesitamos entender cuáles son los patógenos, el más frecuente es el spiroplasma, una bacteria que se puede cultivar, al que se agregan el rayado fino y el fitoplasma”, enumeró.
Casmuz, por su parte, precisó que aun en ausencia de maíz, las poblaciones de la plaga se proveyeron de refugios en cultivos invernales, cultivos de servicios, malezas. “Donde no está sembrado el maíz, ya está en el sistema, es altamente longevo, con un potencial de desarrollo muy importante, hasta 600 huevos por hembra. Ninfas en el cultivo son indicadores de altas poblaciones en condiciones de temperatura y humedad”, precisó.
También mencionó que el adulto es bastante longevo, con una supervivencia de 45 a 70 días, y recalcó que en ausencia de maíz se puede extender entre 90 y 120 días, con capacidad de movilidad y migraciones. “Es necesario empezar a gestionar el manejo de la plaga porque está presente en muchas zonas”, advirtió.
En los monitoreos se observaron remanentes que pasaron el invierno con una mayor proporción de hembras, cinco por cada macho “y si tienen hospederos van a tener multiplicación”.
Casmuz y Giménez Pecci anotaron el impacto de la plaga por ser vector de un complejo de enfermedades, patógenos que se transmiten e impactan sobre el rendimiento del cultivo de maíz. En convenio con el movimiento CREA, en la región NOA ya ha transcurrido un año de evaluaciones, que comprenden infectividad, momento pico, en dos áreas donde se evalúa la dinámica de la plaga en maíces de primavera y verano con diferentes fechas y rotaciones.
Los técnicos ponderaron los resguardos que se están tomando a partir de la Red Interinstitucional de Monitoreo, con el testeo mediante trampas amarillas y lecturas estacionales. “Estamos viendo presencia de maíz voluntario y la plaga va a tener condiciones de temperatura para multiplicarse. Seamos muy conscientes, estos son datos claves para gestionar la plaga; hoy estamos mucho más preparados en conocimientos y herramientas de manejo para poner en práctica en un cultivo clave”, destacaron.
Acción de los patógenos
Giménez Pecci precisó que si bien la bacteria spiroplasma es la más difundida en la región y que necesita calor para multiplicarse, “hay que prestarle atención a todos los patógenos” que enferman al cultivo.
“Tenemos a la chicharrita, los cuatro patógenos y el maíz. Puede haber hospedantes durante el invierno donde busca humedad porque el bicho es susceptible a la seca. Cualquier cosa verde, monte, alfalfa, trigo, buscará refugio hasta que encuentre un maíz, como el maíz guacho”, señaló la investigadora.
Giménez Pecci mostró imágenes y describió cómo impactan los patógenos sobre la planta de maíz, espigas y distintas coloraciones, sintomatologías características. “Cuando vemos granos salteados es rayado fino (uno de los patógenos). También lo producen los estreses. Y en esta campaña hemos tenido calor y falta de agua. Un festival de estrés ambientales, además del achaparramiento”, describió.
La especialista de IPAVE-INTA observó que “en esta campaña la presión de inóculo a través de la chicharrita fue brutal, si afectó hasta V6, V8 estamos al horno”, pero también dejó abierta una ventana para atacar el problema: “Hay materiales y germoplasma resistente, démosle un tiempo a los semilleros. No evaluemos en floración sino en R4. Si vamos antes por spiroplasma nos vamos a equivocar”, indicó.
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