Las parcelas de escorrentía, un hito en la conservación de los suelos entrerrianos
Se cumplieron 50 años de funcionamiento continuo de este dispositivo experimental que permite el control de los ingresos de agua de las lluvias, la medición de los excedentes hídricos por escurrimiento y el desplazamiento de sedimentos. Danilo Lima
Se cumplieron 50 años de funcionamiento ininterrumpido de las parcelas de escorrentía, un dispositivo experimental que resultó central para la gestión de los recursos naturales en general y de la conservación de los suelos en particular en Entre Ríos, ideado por técnicos de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Paraná del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
El INTA recordó estas bodas de oro con un acto emotivo encabezado por el vicepresidente del organismo, Tomás Schlichter; el director del Centro Regional Entre Ríos (CRER), Guillermo Vicente; y el director de la EEA Paraná, Rubén Isaurralde, del que participaron técnicos y trabajadores de la unidad, ex directores de la EEA y del CRER, productores, invitados especiales y referentes en materia de investigación en suelos como Alicia Codromaz (Nené) –la única mujer que formó parte del equipo original de trabajo–, Hugo Tasi y Osvaldo Paparotti, entre otros. Se recordó, asimismo, la labor de históricos profesionales –investigadores y extensionistas– como Egidio Scotta, Urbano Rosbaco, José Bertoni, Héctor Grandi, Luis Nani, Carlos Vesco, Rubén Moresco, Ítalo Culasso, Nobel Babboni, Manuel Asmat, Daniel Welschen, entre tantos otros.
¿De qué se trata?
Las parcelas de escorrentía son un dispositivo experimental conformado por 15 parcelas de 100 m2 que permiten el control de los ingresos de agua de las lluvias, la medición de los excedentes hídricos por escurrimiento y el desplazamiento de sedimentos.
Las parcelas tienen dimensiones de 4 m de frente y 25 m de largo con una pendiente natural de 3,5%.
Después de cada lluvia que genera escurrimiento se mide la altura de agua de cada pileta y luego se calcula, en gabinete, el volumen de agua escurrido de cada parcela. Se toman muestras para filtrar en laboratorio y analizar las características del agua desplazada así como la cantidad de sedimentos.
Durante 50 años, las parcelas de escurrimiento brindaron información para la sistematización de tierras, la construcción de terrazas y la identificación de estrategias de manejo para control de erosión hídrica como rotaciones, coberturas, sentido de siembra y distancia entre hileras de cultivos, entre otras. En las últimas décadas, también se utilizan para entender procesos de transporte superficial de nutrientes, carbono y plaguicidas en sistemas agrícolas y para poner a prueba estrategias de remediación.
Galardón
Durante el acto, asimismo, se destacó el hecho de que la EEA Paraná haya recibido el Premio “Ingeniero Agrónomo Antonio J. Prego” de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria y la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Fecic) de la Argentina.
De acuerdo con Roberto Casas, reconocido especialista de suelos y presidente del jurado de la Fecic, “el accionar continuo de la Estación Experimental Paraná, en las últimas cinco décadas, fue decisivo para la implementación y difusión de los sistemas de conservación de suelos en la provincia de Entre Ríos”. Y agregó: “Por esto, y analizados los antecedentes, el jurado decidió recomendar el otorgamiento de este premio, en su versión 2020, a dicha unidad del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, por el accionar eficaz y continuo durante más de 50 años para la implementación y difusión de los sistemas de conservación de los suelos provinciales”.
Agradecimientos
Vicente, en ese sentido, agradeció a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria y la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura “por el reconocimiento que nos han hecho, que nos orgullece y nos obliga a redoblar esfuerzos”.
Felicitó, además, a “quienes pusieron en valor la información que generan las parcelas de escurrimiento para que pueda llegar a todo el sector agropecuario, a los técnicos, a los productores y a quienes generan las políticas” en materia de conservación de suelos.
Vicente, por último, invitó a los investigadores y futuros profesionales para que “aprovechen este inmenso laboratorio a cielo abierto” y, de cara al futuro, habló de un doble desafío: “Entender que este laboratorio debe seguir funcionando y generar nuevas instancias de información para alcanzar nuevos conocimientos”.
Trabajo articulado
Isaurralde, por su parte, en declaraciones a CÓDIGO CAMPO, resaltó “el trabajo articulado entre investigadores y extensionistas, unos generando información y otros difundiendo estos conocimientos y concientizando sobre la necesidad de implementar buenas prácticas para, por un lado, cuidar el recurso, y, por otro lado, obtener mejores producciones”.
Desde hace unos años, además, la EEA Paraná está dedicada a resguardar todos los recursos, no sólo el suelo, para lograr la sustentabilidad de los sistemas agropecuarios desde lo ambiental, lo tecnológico y lo económico.
El Grupo de Recursos Naturales y Gestión Ambiental del INTA Paraná, resaltó Isaurralde, “está fuertemente abocado al trabajo relacionado con los efectos que tienen las prácticas agropecuarias en el ambiente, y lo hacemos en conjunto con otras instituciones como la Facultad de Ciencias Agropecuarias, el Gobierno de la provincia, las cooperativas, el Copaer y las escuelas agrotécnicas”.
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