Un partido de tres tiempos
El economista Carlos Melconian consideró que es muy probable que el Gobierno nacional pierda las elecciones legislativas del próximo domingo 14, y, con esa probabilidad como punto de partida, analizó los distintos escenarios que podrían configurarse a partir del lunes 15. Danilo Lima
Durante una videoconferencia organizada por distintas cooperativas del país –La Ganadera, de General Ramírez, entre ellas–, el economista Carlos Melconian señaló que en los comicios legislativos del próximo domingo 14 habrá que mirar tres resultados: en todo el país, cuánto cambia –si es que cambia– el 40% a 31% de las PASO favor de la oposición; lo mismo habrá que observar en la provincia de Buenos Aires (38%/34%); y, en el Congreso, ver si en la Cámara de Diputados se verifica el virtual empate y si en el Senado el oficialismo pierde o no la mayoría.
El economista describió que la unidad de la coalición gobernante está “atada con alambre”, con nuevos ministros del peronismo “histórico” y una política económica que incluye gastos extras, más control de cambios a las importaciones y congelamiento de precios, y dijo que después del 14 “habrá que barajar y dar de nuevo” según los resultados de las urnas.
El corto, el mediano y el largo plazo
Melconian vaticinó que en el lapso que queda hasta las elecciones, es decir el corto plazo, estará marcado por tensión cambiaria, con drenaje de reservas y una brecha mayor entre el dólar oficial y el paralelo.
Subrayó, además, que “la noticia positiva” de que tras las PASO creciera la chance de un cambio de gobierno en 2023 “quedó sepultada debajo de la incertidumbre política y económica”.
En el mediano plazo, esto es desde el próximo lunes 15 hasta marzo, remarcó “dos fechas clave”: una política, lo que sucederá el 15; y otra financiera (el 22 de marzo) cuando vencerá “otro pago gordo” al FMI y “ya no quedarán suficientes DEGs”, los derechos especiales de giro, un activo de reserva internacional creado por el FMI para complementar las reservas oficiales de los países miembros.
Con relación al largo plazo, desde abril de 2022 hasta las PASO de 2023, el economista dijo que esos aproximadamente 500 días estarán marcados, como mínimo, por la inestabilidad interna y externa.
Shock
Melconian estimó que el Gobierno, después de las primarias, “luce en estado de shock” y “no reacciona”; por el contrario, “ha cometido una variedad de errores casi diariamente”.
Vaticinó que es “poco probable” que el oficialismo pueda revertir los resultados del 12 de septiembre, y, ante este escenario, su aspiración es “controlar los daños”: no perder tantos senadores, por ejemplo.
Si el 14 no se produce “un milagro”, el 15 habrá “un borrón y cuenta nueva” y en el oficialismo “todos los actores, con excepción del Presidente y la Vice, quedarán a tiro de decreto”, incluido el ministro de Economía.
La pregunta central, subrayó, es hasta dónde llegará el borrón y cuenta nueva, aunque observó que “por primera vez en sus historia el peronismo es una alianza desarmable y no un movimiento detrás de un líder”.
¿Cuán formal y acotado quedará el poder del Presidente? ¿Cuán aislada o no quedará la Vice? son otros interrogantes a develar a partir del 15. En medio de este desenlace político, puntualizó, aparecerá otro interrogante: quién quedará a cargo en la toma de decisiones políticas en general y económicas en particular.
“La fragilidad macro cambiaria imperante y los dos años que aún le quedan de mandato de Alberto Fernández, ¿desalentará las excursiones populistas extremas por una cuestión de supervivencia política? ¿O profundizará el intento de radicalización?”, se preguntó también Melconian.
El FMI
El economista, ya en materia estrictamente económica, evaluó que el FMI, hasta ahora, ha sido “un testigo pasivo” de la crisis y espera que arranque una negociación en serio para acordar antes del 22 de marzo. “En 2020 y 2021, la Argentina ganó tiempo pagando, pero 2022 es la hora de la verdad porque no se puede pagar”, enfatizó.
“El mínimo y modesto objetivo de un acuerdo es evitar entrar en atrasos”, analizó Melconian, y consideró que el FMI “tiró la toalla” respecto a un programa con reformas estructurales, un plan para estabilizar la macro y salir del estancamiento. Y el Gobierno tampoco tiene gran vocación de cumplir los condicionamientos típicos de un acuerdo de facilidades extendidas”.
Lo del FMI, para Melconian, “es el gran test político de para dónde arrancará la alianza gobernante después de la elección. Aun con buena predisposición internacional, no habrá acuerdo sin condicionalidades de política macro. Y ese eventual acuerdo sería un ancla necesaria, pero no suficiente, para evitar que la crisis macro se espiralice”.
Dos datos para tener en cuenta
Melconian vaticinó que en 2022 y 2023 persistirán dos inestabilidades: por un lado, la inestabilidad fiscal, monetaria e inflacionaria básica, y, por el otro, la inestabilidad cambiaria básica.
“Con los niveles actuales de déficit fiscal primario y déficit cuasi fiscal y su monetización, la macro está condenada a tasas de inflación del 40/50% anual con riesgo latente de tornarse inestable”, explicó, y advirtió que “aun con el saldo exportable más grande de la historia, los DEGs, el súper cepo, el desplome del turismo al exterior y cero pagos de bonos en dólares, el Banco Central termina 2021 con menores reservas netas de las que arrancó”.
La inflación
Con relación a la inflación, para millones de argentinos el problema central de la economía, Melconian dijo que la decisión de retomar los congelamientos de precios “está atada a la no efectividad coyuntural del anclaje cambiario y tarifario”. Pero, alertó, “lo peor para la transición macro 2022-2023 sería atarse a los controles de precios a los anclajes tarifarios y cambiarios. Para durar y llegar con la inestabilidad macro relativamente estabilizada será más efectivo tolerar que reprimir la alta inflación, mover y no anclar nominalmente el dólar y las tarifas”.
Conclusiones
Melconian, sobre el final de la conferencia, dejó las siguientes conclusiones:
- Está descartado que el Gobierno ensaye un plan de estabilización. 2022 y 2023 serán de inestabilidad macro, el tema es si estable o inestable.
- Frente a errores groseros de política económica y/o una crisis de gobernabilidad, hay caldo de cultivo para un riesgo de espiralización.
- Si primara el instinto de supervivencia política y se llegara a un acuerdo con el FMI que encapsulara mínimamente la inestabilidad macro, está abierta la posibilidad de una inestabilidad que no se espiralice.
- La condición sine qua non para la no espiralización es que se internalice que ésta es una macro que cierra sí y sólo sí con una tasa de inflación alta en torno al 40/50% anual, dado que la inflación actúa como atenuador de bombas nominales riesgosas.
- No espiralizar requiere no reprimir. Todo esquema de represión que busque bajar la inflación, por ejemplo, al 25% anual es de alto riesgo. En este modelo insípido, la inflación está para administrarse y no para reprimirse.
- Administrar estas transiciones requiere además un uso intensivo del crawling peg (una devaluación progresiva de la moneda y controlada por el Banco Central) cambiario y tarifario. También requiere evitar fogonazos salariales e implementar políticas fiscales-monetarias, en un acuerdo con el FMI.
- No es momento propicio para un “Remes a la 2002” dado que sería inconveniente debido a la actual inestabilidad, las bajísimas reservas del Banco Central y la fuerte inercia inflacionaria. Tampoco hay margen para un “plan bomba” a la 2015 porque le estallaría al propio Gobierno. Son tiempos de políticas económicas para aguantar, de elongación y transición “a la Jorge Wehbe en 1962, 1973 y 1983”.
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