Alien: PRSS en Argentina
A pesar de que esta problemática nos retrotrae casi inmediatamente a la colonización de América, a fin de ofrecer una mirada algo más moderna preferimos señalar la similitud de las circunstancias actuales a las planteadas en la película “Alien: el octavo pasajero”. Por Alejandro Di Palma (*)
El lunes pasado el sector porcino y el país todo han sido notificados por el Gobierno de la detección de animales importados, infectados con el virus del PRSS, un virus exótico para nuestro país y que desataría un desastre productivo.
La génesis del problema: regulaciones laxas
Persiguiendo la lógica de hacer todo “barato” y aprovechando que el país exportador (Brasil) tenía un estatus sanitario similar (aunque ciertamente dudoso), el Estado a través del Senasa, curiosamente aceptó que las cuarentenas se llevaran adelante en granjas privadas (granjas cuarentenarias) y muy lejanas de los puntos de ingreso al país, lo que implica un viaje a través del territorio nacional del material genético potencialmente infectado, desestimando la solución más onerosa pero más sensata, la de materializar la cuarentena del potencial riesgo, en el punto de entrada al país. Ésta fue una decisión temeraria que implicaba riesgos sanitarios ante un desastre… el que final y lamentablemente sobrevino.
Asimismo, no podemos dejar de soslayar el hecho de que, desde hace décadas, el mundo entero adhiere a tratados de intercambios comerciales que explican la supresión de limitaciones arancelarias, para luego suavizar, restringir, o directamente evitar completamente este intercambio comercial a través de barreras para-arancelarias que normalmente consisten en restricciones sanitarias, las cuales son definidas por los órganos nacionales, contralores sanitarios. En el caso de nuestro Senasa cabe la crítica de que actuó de una forma curiosamente divergente en relación a estas actitudes señaladas, aceptando temerariamente que ingresen carnes porcinas producidas en lugares sanitariamente cuestionados o directamente infectados.
Sobre este punto anterior, sólo me limito a señalar que una de las teorías que explican el ingreso de un brote de PRSS a Chile en 2007, señala que el virus entró a este país vecino a través de la importación de carne infectada desde Canadá.
Como conclusión de este evento denunciado por Senasa (la detección de material genético infectado), tenemos la certeza de que Brasil, nuestro principal proveedor genético, tiene PRSS y que, el grado de infección es tan mayúsculo que esos animales desnudan infecciones dentro de sus núcleos genéticos, agravando todo el panorama brasileño que, en términos sanitarios generales, venía complicado con la aparición de casos de “vaca loca” denunciados el pasado 4 de septiembre y que explicaron el cierre de las exportaciones vacunas
Luego esta confirmación de que Brasil tiene PRSS (algo que se negaba enfáticamente) resulta tambalear el plan de mejoramiento genético argentino, que parecería haber sido definido desde Brasil y escindido de la necesidad de un desarrollo nacional que permita la autonomía frente a eventos inesperados o catastróficos, como el que acaba de ocurrir.
Con todo lo anterior queda claro que el sector porcino con su silencio, tanto así, como las autoridades sanitarias con su extraña y poco común en el mundo aceptación de importaciones peligrosas, han preferido tratar negligente e irresponsablemente al “estatus sanitario” como una circunstancia que no acepta modificación alguna, infalible, invariable, incesante, permanente, continua, inexorable, indeclinable, inamovible, inalterable, etc. tal como su torpeza.
Evaluación de daños
Existen estudios científicos de “sensibilización de costo por ingreso del PRSS a Argentina” realizados por el Gitep (Grupo de Intercambio Tecnológico de Empresas Porcinas) de fecha julio 2017 que intentaban inducir al oportuno gobierno a evitar el proceso de importación de carnes porcinas, por considerarlo riesgoso en términos sanitarios.
Ese estudio no fue motivo de cambio de criterios de parte de Senasa (un organismo lábil, que presenta una debilidad esencial a ser colonizado sistemáticamente por el poder de turno), quien haciendo caso omiso a estos elementos que advertían el riesgo, prefirió levantar toda restricción sanitaria para permitir la importación de mercadería que se produce en el país, sustituyendo así mano de obra local, no sin asumir (a nuestro estricto costo) un riesgo temerario.
El estudio referido advierte francamente el apocalipsis productivo que se desataría en caso de que el PRSS impactara a nuestra producción, algunos de los datos que arroja ese estudio son los siguientes: reducción del 32,74% de partos, reducción de 41,14% de lechones nacidos vivos, reducción de 44,45% destetados por hembra por año, un aumento del 22,52% de mortandad de lechones en maternidad, un aumento del 110,85% de lechones muertos en Sitio 2, una reducción de 40,13% del peso de salida del Sitio 2, una reducción del 53,37% de los kilos de cerdo producido y un 48,29% de reducción en los animales vendidos, entre otros daños que evitamos transcribir por lo tedioso.
A la fecha referida (julio de 2017), el Gitep estimaba que los daños producidos por el ingreso de esta enfermedad al país, deberían ser compensados con 80.000 toneladas de carne fresca importada, guarismo que en la actualidad resultaría muy superior.
El modelo de negocio
La genética porcina en Argentina es un modelo de negocio que, como se adelantó, ha prescindido casi totalmente de todo desarrollo nacional, es decir se ha fundado en la importación de grandes cantidades de material genético en formato simple y obsoleto, “el animal en pie”.
Aun en el siglo XXI, este método descripto anteriormente, fue aceptado a pesar de los fuertes cuestionamientos que se han llevado adelante oportunamente por gran parte del sector, que advertía de los riesgos sanitarios de ese proceso de mejoramiento genético que pone en riesgo el capital productivo de todos y cada uno de los actores nacionales del sector porcino.
Alternativas modernas: tecnología nacional
Existe en nuestro país tecnología nacional que permite importar semen congelado y después utilizarlo reduciendo notablemente los riesgos que significa el obsoleto método de importar animales machos en pie, y se encuentra en estado avanzado la transferencia embrionaria con vitrificación, que evitaría la importación de hembras.
Cuestionamiento esencial
Cabe entonces hacerse la siguiente pregunta: ¿Cuál es, entonces, el motivo de seguir adelante con un método evolución genética basado en la importación, que sigue siendo el mismo que utilizó Colón en su segundo viaje (septiembre de 1493) para poblar las Américas de caballos, vacas, bueyes, asnos, ovejas, cabras, etc.? Proceso que luego de iniciado, explicó durante los próximos 100 años que fallecieran en “el nuevo mundo” más indígenas que los que nacieron debido a la importación de un conjunto de enfermedades exóticas como la viruela, el sarampión, la peste bubónica, la difteria, el tifus, la escarlatina, la varicela, la fiebre amarilla, entre muchas otras.
Quedan más que claros los riesgos que se asumen al introducir elementos desde otra zona con diferente “estatus sanitario” (importación desde otros países), la evaluación del riesgo/beneficio debe consistir en un proceso transparente, responsable y consensuado con los actores que intervienen en esa cadena (quienes serían los primeros y principales damnificados), abstraerse de los lobbies deviene indispensable. ¿Estamos a la altura de las circunstancias?
(*)Titular de Bioder SA
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