Somos una sociedad pobre de recursos, de educación, de valores, de verdades y de memoria
Por Mariana S. Martínez (*)
Hoy se hizo otra asamblea de productores agropecuarios en la rotonda de Chajarí. Estamos gritándole ¡basta! a un Gobierno que se está quedando con nuestro capital de trabajo.
Algunos se preguntan si esto es como 2008. ¡Claro que no! Hoy somos una sociedad mucho más pobre. Pobre de recursos materiales, de educación, de valores, de verdades, y, lamentablemente, seguimos con nuestra eterna pobreza de memoria.
¿A vos te parece importante que se fomente el desarrollo de la industria? A mí también, lo que no me pareció bien es que a las exportaciones de soja les aplicaran 2% más que a las de los productos elaborados y sabés por qué. Porque los productores no somos formadores de precios, entonces cuando nuestros productos los compran los industriales, las exportadoras y/o cerealeras, son ellos los que determinan cuántos descuentos le van a aplicar a los precios internacionales.
Con esto quiero decir que el productor ya cobraba un 2% menos que la industria antes del último decreto del sábado 19de marzo, ´por lo que si no logramos detenerlo, esta vez los industriales nos van a descontar ese 2% junto con toda la zaraza que nos descuentan cada vez que nos hacen “el favor” de comprar nuestra producción (¿o vos le creíste a Julián Domínguez cuando dijo que la medida iba a afectar a un puñado de empresarios nada más? Esos no pierden nunca.
A todo esto que te cuento hay que agregarle el hecho de que aunque nuestros productos coticen en dólares, al productor le depositan pesos y al tipo de cambio oficial, que hoy sabemos es menos de la mitad de lo que vale en verdad.
Vos dirás: “¡Y no vendan, giles!”. Lamentablemente no se puede, nosotros trabajamos con la naturaleza y ella tiene sus tiempos; aunque hay herramientas (carísimas) que pueden hacer durar algunos de los productos, no es útil por mucho tiempo y no sirven para todas las producciones.
Sí, todo esto podría ser solamente un problema sectorial. Las mentiras, sin embargo, son para todos porque los cierres de las exportaciones, los fideicomisos, los aumentos de derechos de exportación (retenciones), las juntas de granos y de carnes, son “genialidades” que vienen aplicando desde hace más de 70 años y jamás lograron un beneficio para el ciudadano de a pie. Siempre fomentaron el negocio de corruptos y especuladores en detrimento de los que ponemos el cerebro y el lomo para seguir trabajando.
El problema del hambre en el país y de la falta de alimentos en el mundo, sólo se van a resolver fomentando la producción que es generadora de trabajo y esto debe ser una decisión a la que se llegue con un acuerdo de todos los sectores políticos, un proyecto de Estado que no pueda modificarse hasta que se concluya. Por ejemplo: si hoy nos dieran créditos blandos para retener vientres (eso es no vender la vaquita adolescente sino quedártela para que sea madre, que es como agrandar la “fábrica”), ¿con qué seguridad tomaríamos ese compromiso si no sabemos si luego de cuatro años de trabajo e inversión, vamos a poder vender nuestra producción a un precio que nos permita honrar las deudas? O cuántos de los que hacen fruticultura se animarían a tomar un préstamo para comprar un tractor nuevo si no saben si no van a tener que dejar que su producción se pudra en la planta, como vimos que tuvieron que hacer con los cítricos en el norte entrerriano o con las bananas en Misiones.
Este ¡basta! no puede ser sólo de la comunidad agropecuaria, porque todos pagamos 40% de impuestos en cada paquete de yerba, porque en el último año el billete de $100 pasó a valer menos de $50 y eso se debe a que no detienen la emisión monetaria, y, sobre todo, porque gastan mal y más de lo que recaudan; si no salimos a la calle a pararlos, lo vamos a seguir pagando con nuestro sacrificio y el de nuestros hijos.
Te dije que no es 2008, aunque las medidas de gobierno sean iguales o parecidas. Estamos más pobres de alegría, hasta más pobres de esperanza y notoriamente más pobres de líderes; sin embargo, yo creo que esto último no es malo, tiene que ver con que nos animamos a cuestionar y eso nos llevará a obtener mejores representantes, que sepan que si hacen bien su trabajo, los vamos a respaldar y si no lo hacen, los vamos a cambiar.
Hoy somos los “nadie” los que, sin dudas, tenemos el poder de construir un mejor país para todos. Sólo hay que animarse a hacer el trabajo.
(*) Contadora, productora agropecuaria e integrante de la Comisión de Impuestos y Legislación de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)
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