Fruit Logistica 2022
Por Adoldo Storni (*)
Luego de 26 meses se volvió a llevar a cabo Fruit Logística, en Berlín. Con menos participantes y visitantes, la feria fue positiva para todos los asistentes, ya que en muchos casos había relaciones comerciales con más de dos años sin reuniones presenciales, cara a cara. A los fruteros nos gusta competir y salir a vender. Somos creativos y no nos asusta el fracaso ni la incertidumbre.
La fruticultura es un negocio difícil, de alto riesgo, pero con gente muy preparada para enfrentar desafíos y adversidad. Tal vez el empresario frutícola argentino es el más preparado, y, por lo tanto, el más resiliente de todos.
La actual circunstancia es una de las más difíciles que se recuerdan: guerra, pandemia, suba de costos, competencia feroz, concentración de la demanda, retroceso de los servicios logísticos, proteccionismo, etc.
Todos los grandes jugadores enfrentan problemas, pero sólo Argentina los potencia con malas políticas, las sospechosas de siempre: apreciación cambiaria, inflación en dólares, falta de acuerdos de libre comercio, insuficiencia de crédito, crédito fiscal con el Estado difícil de recuperar, mala legislación laboral, pobre infraestructura, insuficiente inversión para estar con la productividad adecuada lo que lleva a baja productividad y mala calidad, y, por lo tanto, dificultad para atender los mejores mercados y dependencia de mercados peligrosos y mercado interno. Una tormenta interna perfecta que se cruza con un tsunami externo.
Europa sufre a Egipto y Turquía.
Estados Unidos sufre a México y Sudamérica.
Argentina sufre a Perú y Sudáfrica.
Sudáfrica sufre sus tensiones internas.
Perú y Chile sufren un giro al populismo que hasta ahora no afecta el clima de negocios.
Argentina año a año se achica, cae en volumen exportado y por supuesto con menos empresas. Hoy exportamos la mitad que hace 15 años.
Se destaca la presencia de los limoneros tucumanos, con mucha oferta pero en un contexto internacional muy difícil. Pocos exportadores de cítricos dulces y de pepitas, tres de arándanos y uno solo de cerezas. Ya no hay uveros, ni caroceros, ni vendedores de ajo o cebolla. Apenas algunos nuevos que vendían ciruelas y frutos secos.
Es esperanzadora la garra que le ponen jugadores de décadas como Bovino, Grisanti, Raimondo, Zamora, Seleme, los socios de FAMA, y empresas líderes como San Miguel, Citrusvil, Citromax, Vicente y Ricardo Trapani, Argenti Lemon, Patagonian Fruit Trade, Moño Azul, etc.
Todos luchadores, ninguno dispuesto a bajar los brazos.
Institucionalmente, sólo la presencia de Alejandro Pannunzio como presidente de dos asociaciones de arándanos y Santiago Caprarulo, representando a los exportadores de cítricos del NEA.
Inexplicable la presencia de dos stands de Argentina, uno del Consejo Federal de Inversiones y otro de la Agencia de Inversiones y Comercio Internacional. Ningún otro país dispersa esfuerzos.
Presencia del gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, (ya había estado en 2018) cuando la provincia exportaba mucho más que ahora y una importante delegación de Tucumán.
Una vez más el embajador argentino en Alemania, dando apoyo a las empresas todos los días.
Presente difícil, futuro incierto, siendo el valor del flete marítimo y el incremento de los costos internos las mayores preocupaciones de los exportadores argentinos. En vez de preocuparnos por lo que pasa en el mundo, sólo podemos ocuparnos por entender lo que pasa en nuestro país, aunque con pobre incidencia en las políticas públicas.
A pesar de todo, seguiremos haciendo lo que sabemos y nos gusta.
Dios salve a la fruticultura argentina.
(*) Empresario frutícola.
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