Producir más, agregar valor en origen y ser sustentables, tres claves para aprovechar el futuro
La Argentina debe alcanzar “acuerdos básicos” que posibiliten el diseño de “una política agroindustrial que sea el pilar de un desarrollo fuerte”, dijo el ingeniero agrónomo Gustavo Toloy. Hay que construir políticas de Estado, enfatizó. Danilo Lima
El crecimiento de la población mundial es incesante, y, obviamente, también lo es la necesidad de producir cada vez más alimentos para satisfacer los requerimientos nutricionales de los 9.700 millones de seres humanos que, según los organismos internacionales, habitarán el planeta hacia 2050.
Argentina, en este marco, tiene un futuro venturoso, pero para aprovecharlo será indispensable definir algunas líneas de acción muy claras, definidas por consenso, para comenzar a transitar un camino de desarrollo que incluya a los diversos actores de la economía nacional de modo que los beneficios sean para todos y no para unos pocos.
“Para la Argentina, país productor de alimentos, este futuro es un gran desafío”, remarcó el ingeniero agrónomo Gustavo Toloy, al hablar durante una jornada sobre “La situación actual y perspectivas futuras del sector agropecuario”, realizada en el Aula Magna de la Sede Paraná de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Hay una luz en el camino”, dijo, optimista, pero advirtió que para aprovechar las oportunidades “tenemos que pensar en políticas de Estado”, y, sobre esa base, “empezar a trabajar en aumentar la producción, agregar valor en origen y hacerlo en forma sustentable”.
Toloy –docente de la UCA y la UNER y un profesional con una vasta experiencia en el ámbito de la producción cooperativa–, además, repasó las proyecciones que en esta materia ha hecho la FAO –la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura– y sostuvo que el crecimiento deberá darse por mayor productividad dado que el área para la producción será prácticamente la misma que en la actualidad.
Puso como ejemplo lo sucedido en la década de los ‘90 en la lechería, sector en el que “se trabajó mucho y muy bien” lo que posibilitó “un crecimiento del 7% anual y pasar de 7.000 millones de litros de leche anuales a 10.000 millones”. Cuando desde la audiencia, que lo escuchaba atentamente, le recordaron el fenómeno del cierre de tambos que se dio, precisamente, en los ’90, Toloy enfatizó que el asociativismo es la herramienta indispensable para evitar los procesos de concentración y defender a los pequeños y medianos productores, actores centrales de la producción.
“Aumentar la producción es viable”, subrayó, al tiempo que ponderó la labor del productor agropecuario argentino “hipervinculado en todo sentido e hipercapacitado” y capaz de sobresalir en cualquier parte del mundo.
La agregación de valor en origen
Un punto central en esta estrategia de crecimiento y desarrollo en materia de producción de alimentos es, según la mirada de Toloy, “agregar valor en origen” como forma, por ejemplo, de reducir costos de fletes y generar puestos de trabajo en los pueblos.
Crespo –con la cadena avícola–, Ramírez –en la ganadería–, Urdinarrain y Villa Elisa, destacó, son ejemplos entrerrianos de procesos exitosos de agregación de valor en origen.
La mayor producción y el agregado de valor, sin embargo, deberán darse en un marco de mayor sustentabilidad para que el crecimiento sea armónico y sostenido.
El país, concluyó Toloy, debe trabajar para lograr “acuerdos básicos que posibiliten el diseño de una política agroindustrial que sea el pilar de un desarrollo fuerte” porque, insistió, “es la agroindustria la nave insignia, la que debe marcar el rumbo, para recuperar el prestigio que la Argentina tuvo en su momento como granero del mundo, pero ahora debe hacerlo como supermercado del mundo”.
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