El presente gris y el futuro sombrío
Por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)
Una sensación gris y agorera transita el presente de los argentinos, a quienes nos hablan de recuperación y futuro, pero los choca la realidad cotidiana, que puede presentarse bajo la figura de la inflación, la pobreza, el estancamiento productivo, la crisis educativa, la poca confiabilidad en la Justicia, la desinversión, la inseguridad, el narcotráfico que domina ciudades y pueblos, pero, sobre todo, lo que se percibe en el rostro de quienes día a día salen a trabajar, es no tener un rumbo cierto, es la incertidumbre, es el sentir que la política discute cargos y personas, y deja de lado los gravísimos problemas que nos jaquean.
No es cierto que la pandemia y la guerra sean los causantes de todo, desde muy largo tiempo estamos quietos en un mundo que se mueve rápido y eso sólo nos asegura ir retrocediendo irremediablemente.
La estadística censal nos dice que somos 7.200.000 habitantes más, esto es un crecimiento poblacional del 18%. Mucho antes, otros datos nos reflejaron el avance de la pobreza, la caída del ingreso per cápita, y la falta de crecimiento del Producto Bruto, fruto indiscutible, que quienes nos han gobernado y gobiernan no han tenido las condiciones técnicas ni políticas para conducir el país hacia un destino superador.
Azorados, presenciamos las discusiones públicas de la coalición gobernante, pelean por los medios, absolutamente lejanos a los problemas reales de sus gobernados.
La palabra oficial ha perdido su sentido, se contradice en forma constante, lo que se anuncia no se hace, la retórica suple a la concreción de las cosas y sólo perduran grandes anuncios, diminutas realizaciones y tristes resultados.
Más de cincuenta años de déficit fiscal debieran haber enseñado algo.
Otros tantos años de derechos de exportación también debieran haber enseñado que no es ese el camino. Ese facilismo fiscal, aprovechado por todas las corrientes políticas, sólo sirvió para sostener el proceso decadente.
Algunos fanáticos hablan de más retenciones y de los precios internacionales, se olvidan, adrede, de hablar de los costos y de su espiral ascendente. Sólo imaginan más impuestos, como si los bolsillos de los pocos que los pagan, pudieran soportarlos.
No será gritando en las tribunas como habremos de salir de la crisis, ni agrietando, aún mas, la sociedad. La inteligencia de los capaces, la formación de un proyecto común, el retorno a la idea de que el trabajo es el asignador y distribuidor de ingresos, las ideas lógicas de sentido común con las que todos nuestros vecinos crecen, nos suenan lejanas frente al desvarío de retomar ideas que el mundo dejo hace rato.
Este presente insoportable nos obliga, una vez más, a pronunciarnos alertando sobre aquellas pésimas decisiones que día a día retornan en el lenguaje oficial y no hacen más que sobresaltar a los pocos que todavía invierten y trabajan en Argentina.
Es responsabilidad de toda la política rescatarnos de la constante sensación de deslizarnos hacia un peor escenario, en donde el futuro, asoma insondable.
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