Una explicación de ciencia ficción
Por Alejandro Di Palma (*)
El fragrante desabastecimiento de combustible en el que se encuentra nuestro país viene siendo negado sistemáticamente por el Gobierno nacional a través de actitudes tan disfuncionales para con la sociedad, como caprichosas y cuya justificación ha ido cambiando a lo largo de este último tiempo.
Es así como podemos señalar, que, en un primer momento, el Gobierno pretendió negar abiertamente el daño que se estaba propinando no sólo al canal minorista compuesto exclusivamente por pymes, sino al federalismo todo, al permitir que la oferta de combustible simplemente desaparezca en los lugares invisibles del interior profundo del país, ahí donde no existe la cobertura mediática, esa que define la agenta periodística.
Es en ese momento en el que agrupaciones autoconvocadas de estaciones de servicio denunciaron el faltante ante funcionarios negacionistas. Eso ocurrió el pasado 14 de octubre de 2021, el resultado fue el pedido de parte de los autoconvocados de renuncia de estos “funcionarios que no funcionan”, los que, sin atender pruebas, inclusive aseguraron que el Estado no podría resolver esos problemas, funcionarios que en un gesto torpe de negación de su carácter de burócratas, proponen al mercado como solución a este tipo de problemáticas caracterizadas por la “misteriosa desaparición de la oferta”.
Ya en un estado mucho más avanzado del proceso de desabastecimiento, el presidente de YPF, Pablo Gonzáles, en un claro furcio (incorrección oral que comete alguien en público), garantizó el abastecimiento de gasoil a través de la empresa YPF, un faltante que el Gobierno negaba abiertamente pero aceptaba a través de esta comunicación. Es así como llegábamos a fines de marzo cuando YPF, ahora a través de un comunicado, aseguraba la aniquilación del desabastecimiento de gasoil para los consumidores del canal mayorista. Sabemos que nada de esto ocurrió y no sólo eso, sino que esa desaparición de la oferta de combustibles, que se pretende plantear como un fenómeno meteorológico por lo imprevisible e inexorable, siguió evolucionando libremente en un todo conforme a la Ley de Murphy.
Nos encontramos en junio ya con una evolución descomunal de la desatención de la demanda de combustibles, la que esta vez ha ocupado al jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien no sólo reconoce el faltante de combustible sino que promete por enésima vez el abastecimiento a través de importaciones de ocurrencia tan dudosa como imperfectas, tal cual la esencia misma del futuro, sentencia que asegura el próximo abastecimiento de la demanda, una guerra contra un formidable desabastecimiento que no tiene antecedentes históricos.
Al día siguiente el mismo jefe de Gabinete ensaya una nueva explicación para el misterioso fenómeno (desabastecimiento), “el país está pasando su mejor momento económico” una explicación que hace ruido dado que contrasta con otros datos estadísticos que indican que el 40% de la población se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, 10,7% de las personas son indigentes y el 63% de los niños son pobres… un extraño récord de ventas que 1) no surgen de datos de estaciones de servicios y 2) que coexiste con la caída de consumo de carne vacuna por debajo de mínimos históricos. Justificaciones que hacen demasiado ruido.
La mancha voraz
Lo de Manzur se inscribe en un contexto donde nuestras pymes (estaciones de servicio) están destruidas y quebradas, por lo tanto, esa pretensión de bonanza representa una burla, una ofensa gratuita que persigue, de la mano del ensayo de una justificación, tanto la negación como la desinformación.
Está claro que el pretendido récord histórico en las ventas de combustible sólo existe en su imaginación. Nuestras pymes, sus ventas y los ingresos, dicen otra cosa muy distinta.
Sobre este “fenómeno” que tiene impreso el desabastecimiento de un conjunto de productos, tenemos que decir que “no son un commoditie más”, sino que representan la columna vertebral de cualquier proyecto de desarrollo nacional que busque crecimiento económico, con industrialización y redistribución progresiva del ingreso.
Para ello se hace necesario retomar la senda de la planificación de la política energética y relanzar el Plan Energético Nacional serio, no basta con prebendas a las empresas concentradas, un hecho que quedó demostrado con los errores cometidos en un pasado demasiado próximo como para pretender ocultarlo.
El desgobierno energético es elocuente, el tratamiento del “fenómeno” de desabastecimiento como “la mancha voraz”, nos remite a una película independiente estadounidense de 1958 que presenta un gigantesco alien similar a una ameba, una criatura amorfa del espacio exterior, que llegó imprevisible, sorprendente y misteriosamente, dentro de un meteorito, aterrorizando las comunidades rurales de Pensilvania. En este caso, el monstruo terrorífico está atacando el interior de nuestro país.
La política energética actual se inscribe en los mismos niveles de calidad de este tipo de películas de ciencia ficción, Clase C, películas de baja calidad utilizadas como programación de relleno, destinadas a ser distribuidas sin publicidad como parte de una doble función.
(*) Empresario paranaense. Titular Estación de Servicio de Laurencena.
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